lunes, 6 de diciembre de 2010

Novachord. ¿El primer sintetizador polifónico en 1938?

El sintetizador de 72 voces de polifonía Hammond Novachord
El Hammond Novachord, el primer sintetizador polifónico.
Seguro que muchos os preguntaréis ¿cómo es posible que alguien se plantee siquiera que en 1938 se inventara el primer sintetizador polifónico? ¿Y si añadiera además que tenía una polifonía de 72 voces y era un sintetizador analógico aditivo? Seguramente antes de terminar la frase ya estaríais llamando al manicomio más cercano. Aunque pueda parecer lo contrario, no he perdido la razón... todavía.

Bromas aparte, para el que esto escribe, la invención del Hammond Novachord es una más de las grandes gestas que jalonan la historia de la música electrónica. Una de esas historias que parecen provenir de una realidad paralela, y más cuando los 'supuestos' primeros sintetizadores polifónicos comerciales no se hicieron una realidad hasta 35 años después del proto-sintetizador diseñado por John M. Hanert, Laurens Hammond y C.N Williams.

Probablemente si me hubieran contado esta historia cuando recién estaba introduciéndome en la historia del sonido electrónico, a buen seguro no la hubiera creído. De hecho aún hoy cuesta asimilarla, y desde mi punto de vista, va directamente al cajón de los 'expedientes X' de la música electrónica. Entre la extensa bibliografía que he podido consultar sobre sintetizadores y otros instrumentos de teclado, el Novachord prácticamente no aparece ni mencionado y si lo hace, se refieren a él como un órgano eléctrico o un piano electrónico (sic). Esta presencia testimonial quizá se deba a los otros productos de su fabricante Hammond (los órganos eléctricos/electrónicos), lo que ha provocado que durante décadas muchos no lo consideraran como un sintetizador.

El instrumento de Hammond proviene de una época en el diseño y construcción de instrumentos electrónicos basados en el tubo o válvula de vacío, en la que la simple idea de la polifonía era un sueño del futuro, que sin embargo el Novachord hizo realidad. Desgraciadamente un instrumento tan adelantado a su tiempo terminó cayendo en el más completo de los olvidos, algo que suele suceder con cierta frecuencia en la historia de la tecnología, y que en el caso de la musical no es una excepción. Le sucedió a Thaddeus Cahill con el Telharmonium (1897), a Evgeny Murzin con el sintetizador foto-electrónico soviético ANS (1958), a Jörg Mager con el Partiturophon y todos sus otros instrumentos, también a Raymond Scott con el Electronium, y a decenas de pioneros más.

Ejemplo de la campaña de publicidad del Novachord
Publicidad en revistas de la época del Hammond Novachord.
El Novachord fue sin duda la creación más ambiciosa de Laurens Hammond, que representaba un mundo totalmente aparte respecto a su célebre  órgano electromecánico de 1935, con el que no guardaba parecido alguno. En el instrumento, basado completamente en la tecnología de la válvula de vacío, se utilizaban 163 tubos de vacío, más de mil condensadores y contenía kilómetros de cableado soldado a mano. El Novachord incluía muchas de las especificaciones que años más tarde serían comunes en los sintetizadores basados en la tecnología del transistor, tales como filtros, VCA, y una implementación primigenia de ADSR (ADS en este caso), controladas mediante generadores de envolvente. Lo que definía el carácter sonoro del instrumento era su LFO electromécanica de seis canales, que permitía conseguir esos sonidos ricos, densos y exuberantes que nadie había escuchado hasta entonces.

Los sonidos se obtenían a través de la combinación de varios controles de baquelita a disposición del músico, como 'Deep Tone', 'First Resonator', 'Second Resonator', 'Third Resonator', 'Brilliant Tone' y 'Full Tone'. También incluía controles sobre el 'ataque' de la nota, el volumen, y el vibrato. Obsta decir que estos controles podían ser alterados mientras se interpretaba. Asimismo incluía un pedal de expresión y tres pedales de sostenido.

Uno de los hallazgos más significativos del Novachord es que incluía lo que se podría considerar como los primeros 'presets' o sonidos de fábrica de la historia, dado que con un simple giro del control se podían seleccionar dos tipos de sonidos, preconfigurándose mecánicamente el resto de controles del panel principal: por un lado  estaba el denominado 'Percussion' que era un sonido con 'ataque' corto y  por otro 'Singing' que por el contrario era sostenido. Esta rudimentaria forma de 'presets' es una característica que no implementaron los primeros sintetizadores comerciales hasta la segunda mitad de los años 70.

Por último, para el teclado, el Novachord utilizaba 12 osciladores que le dotaban de un rango de seis octavas, en lugar de las cinco mayormente asociadas con los órganos, mediante el uso de tubos de división de frecuencia, con lo que las 72 teclas del instrumento se podían tocar simultáneamente.

El Hammond Novachord fue presentado al mundo en la Feria Mundial de Nueva York de 1939-1940, en donde el compositor Ferde Grofé dirigió 'The Novachord Orchestra', un cuarteto de músicos tocando el Novachord y uno más con un órgano Hammond que ambientaban musicalmente el pabellón de Ford durante la presentación de futuristas automóviles, radios inhalámbricas y televisores, entre otros productos innovadores de la época.

Tras el theremin fabricado por RCA en 1929, el volkstrautonium manufacturado por AEG Telefunken en 1932, y el propio órgano Hammond de 1935, el Novachord se puede considerar como uno de los primeros instrumentos electrónicos producidos en serie y además en una cantidad importante, dado que se estima que se fabricaron alrededor de 1.069 unidades entre 1939 y 1942. El primer instrumento le fue entregado como regalo por su 58 cumpleaños al presidente estadounidense Franklin D. Roosevelt el 30 de enero de 1940.

Desgraciadamente, el instrumento no encontró grandes 'padrinos' entre los músicos de swing o jazz de entonces y pronto se enfocó al cine. El mundo de las bandas sonoras cinematográficas lo acogió con cierto escepticismo, si bien hizo su aparición en películas de primera línea de la época como Lo que el viento se llevó (Victor Fleming, 1939), Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940), El halcón maltés (John Huston, 1941), Río Rojo (Howard Hawks, 1948), o ya en los años 50 Los diez mandamientos (Cecil B. DeMille, 1956). Como no podía ser de otra manera, el Novachord se utilizó en un principio para generar efectos sonoros y ruidos extraños, y reforzar puntualmente a la orquesta en algunos pasajes musicales. Con los años su papel en el mundo del cine se afianzó en los géneros de terror y ciencia ficción en varias películas de Frankenstein y Drácula de serie B, o los films del director Jack Arnold Vinieron del espacio (1953), donde compartió partitura con el theremin, y Tarántula (1955), entre otros. 

Compositores de bandas sonoras como Dimitri Tiomkin, Elmer Bernstein, Henry ManciniJerry Goldsmith fueron algunos de los que supieron apreciar las cualidades de este sintetizador, que usaron en cine y televisión hasta bien entrados los años 60 e incluso principios de los 70. En el medio televisivo se puede escuchar el Novachord en las populares series The Twilight Zone (1959), The Outer Limits (1962), y Hawaii 5-0 (1969).

Como es sabido, para introducir nuevos instrumentos electrónicos entre el gran público siempre se ha recurrido a la imitación de instrumentos ya existentes o a la interpretación de piezas o melodías conocidas para sorprender a la vez que gustar. El Novachord, al igual que el órgano Hammond o el mismo Mellotron unos años más tarde, se comercializó como un instrumento para el entretenimiento en familia y se vendía con la premisa de que podía imitar a otros instrumentos como el órgano, el piano, la gaita, etc., y no como un nuevo aparato capaz de crear nuevos universos sonoros.

A pesar de la importante campaña publicitaria llevada a cabo en diversos medios, las estrategias de márketing fallaron por varios motivos. En 1938-39 Estados Unidos todavía se hallaba inmerso en "La Gran Depresión". En esta coyuntura socioeconómica, el precio del Novachord era de unos 1.800-1.900 dólares, que vistos desde la perspectiva de hoy en día no parecería un desembolso desmesurado, no obstante, la cosa cambia si tenemos en cuenta que el precio medio de una casa en 1940 era de 600 dólares y que si trasladamos el precio del instrumento al cambio actual, sería de alrededor de 1.100.000 dólares (unos 820.000 euros), sin duda, uno de los instrumentos electrónicos comerciales más caros de todos los tiempos.

Su prohibitivo precio iba en consonancia con su desproporcionado tamaño (1,32 metros de fondo, 94 centímetros de ancho y 96 de alto), imposible de pasar por una puerta o ventana de una vivienda media, y un peso de unos 250 kilogramos, que no lo convertían precisamente en un instrumento portátil. No obstante, inconvenientes logísticos aparte, el principal problema era que el público no sabía qué hacer exactamente con el Novachord. Aunque podía parecerse a un órgano, no se tocaba con la técnica de éste y si bien su parecido era quizá más cercano al de un piano, su modo de interpretarlo tampoco se asemejaba. Ciertamente un instrumento cuyo punto fuerte era la creación de 'colchones' de cuerdas, grandes texturas vocales y 'pads' sintéticos que parecía que provenían de otro mundo, no era fácil de asimilar en esa época.

Lo más incongruente es que Laurens Hammond sabía perfectamente que lo que habían creado en su empresa no era un órgano convencional y mucho menos un piano eléctrico, sin embargo no contradijeron a aquellos que así lo consideraron en la prensa de la época, y sus demostraciones del instrumento sólo eran un muestrario imitativo de instrumentos tradicionales de la orquesta. Esa manera contradictoria de actuar contrastaba con sus reflexiones, tal y como quedaron reflejadas en el número de agosto de 1939 de la revista Popular Mechanics. Unas declaraciones, por otra parte, que son muy similares a otras que hemos leído decenas de veces en boca de otros pioneros posteriores.

El inventor del Novachord en su presentación
Laurens Hammond durante una presentación del Novachord en 1939.
Un artista que tiene que pintar un cuadro compra una tela y una caja de colores puros. La tela no tiene líneas y el artista mezcla todos los matices de colores él mismo. Lo que pinta es enteramente su obra. Desdeñaría ofertas de pinturas premezcladas del estilo ‘rosa carne’ o ‘rojo atardecer’. El músico, por otra parte, nunca ha podido disponer de instrumentos musicales a los cuales el que creó el instrumento no le haya ‘dado voz’ previamente. El constructor en su taller ha elegido un ‘tono bonito’ para el instrumento, y el músico debe contentarse con él o con el tono de algún otro constructor. Es, simplemente, la idea del ‘rosa carne’ en una forma diferente, y por esta razón el compositor nunca ha disfrutado de la libertad del pintor.

Naturalmente, demasiada libertad puede no producir los mejores resultados de inmediato. Un instrumento lo suficientemente flexible para permitir al músico explorar nuevas posibilidades en hermosos colores tonales, también le permitirá tropezarse con ruidos horribles. Pero ésta es exactamente la forma en que progresa el arte”. 


La entrada de Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial y el consiguiente esfuerzo de la industria armamentística de aquel país, precipitó el cese en la fabricación del Novachord. Tras la guerra Laurens Hammond viendo la inviabilidad comercial de su sintetizador, volvió al terreno conocido de los órganos, dejando como extraño legado a la música electrónica, el primer sintetizador polifónico de la historia.

A día de hoy no se sabe con exactitud cuantas unidades del Novachord han sobrevivido al paso del tiempo. Se estima, no obstante, que deben existir unos 200 instrumentos en todo el mundo, de los cuales sólo unos pocos son realmente operativos.

Una de las cosas más divertidas es hacer historia-ficción y preguntarse qué habría sucedido si el Novachord se hubiera continuado fabricando tras la guerra. ¿Podría haber cambiado el curso de la historia de los sintetizadores? Tal vez sí o tal vez no, pero lo que está claro es que la transistorización del planeta durante los años 50 originó que se volviera a comenzar desde cero en el desarrollo de instrumentos electrónicos y se considerara obsoleta la tecnología del tubo o válvula de vacío. En cierto modo, lo más lejos que se llegó tecnológicamente con el tubo de vacío a nivel musical fue sin duda con el Novachord.

En estas dos direcciones, Novachord  y Novachord Restoration Project podréis ver el trabajo de restauración que algunos "Novanautas" han realizado de algunos instrumentos, la recreación de su historia y la recuperación de sus sonidos. El vídeo de abajo es un ejemplo de algunas de las características y de algunos de los sonidos del Novachord.


3 comentarios:

  1. Hermosiso articulo, realmente esty disfrutando mucho este sitio web dedicado a la musica electronica, y en castellano!
    Gracias a vuestros comentarios sobre lo nuevo de Duran Duran he podido llegar a este maravilloso sitio.
    Estare leyendolo entero y espectante a nuevos posts.
    Saludos y gracias.

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  2. Gracias a ti, Pablaktus por leerme. La idea de este humilde blog es que todas estas historias sobre la música electrónica se den a conocer en castellano, algo que no se suele hacer muy a menudo, dado que la mayor parte de las bibliografías existentes están en otros idiomas y en España muy pocos se molestan en investigar sobre estos temas. Todo lo que lees es fruto de un intenso trabajo de documentación y consulta de fuentes para intentar ser lo más veraz posible para configurar una información de calidad y que se convierta en un referente en nuestra lengua.

    Un saludo y espero que nos sigas visitando

    Pablo

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  3. No hace mucho, una famosa firma de instrumentos muestrados (samples), editó una recopilación de sonidos del Novachord.

    Suena muy bien, y aunque nunca será lo mismo, me pareció un bonito homenaje.

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