lunes, 10 de enero de 2011

Clara Rockmore. La diva del éter (II).

Una nueva vida en América


Una joven Clara Reisenberg Rockmore como violinista antes de abandonarlo por el theremin
Clara Reisenberg cuando todavía ejercía de violinista.
El 19 de diciembre de 1921, Clara, sus padres y sus hermanas, Anna y Nadia, arribaron a la isla Ellis, puerta de entrada de todos los inmigrantes que llegaban a Nueva York, como pasajeros de entrepuente en un buque de vapor, portando declaraciones juradas de parientes estadounidenses, en las que certificaban que tenían planes de asentarse de modo regular en los Estados Unidos. Un amigo de la familia, el banquero y hombre de negocios de origen ruso Isaac J. "Sasha" Sherman, facilitó la entrada de la familia por la aduana.

La familia se adaptó pronto a Nueva York, donde se integraron en la importante comunidad rusa de la ciudad. Poco después de llegar, Clara quedó gratamente sorprendida de reencontrarse con su antiguo tutor de violín, Leopold Auer, que había emigrado en 1918, y con el que reemprendió las lecciones en su estudio del Upper West Side en Manhattan, que tan bruscamente la guerra y el exilio habían interrumpido.

Clara y Nadia siguieron ofreciendo duetos de piano y violín en Estados Unidos. Isaac J. Sherman ejerció como representante de las hermanas, y les gestionó varios recitales privados en mansiones de la alta sociedad al elevado precio de 100 dólares el concierto. 

En 1922 Clara realizó el examen de admisión en el prestigioso Institute Of Musical Arts, que unos años más tarde se convertiría en la Juilliard School Of Music, y cuyo decano, Frank Damrosch, la calificó como "muy prometedora y talentosa". En su primer curso en 1923, su tutor, el prestigioso violinista Franz Kneisel la definió como poseedora de "excelente talento musical y cualidades mentales", y en el curso de 1924 la valoró como "excelente en todos los aspectos; aplicación excelente, programas perfectos".

Hacia 1928 Nadia y Clara ingresaron en el Curtis Institute Of Music de Filadelfia, que desde que abriera sus puertas a finales de 1924, ya se había granjeado la fama de ser una de las más prestigiosas, exigentes y selectas instituciones musicales del mundo.

La dedicación de Clara Reisenberg a su perfeccionamiento como violinista era absoluta. Como miembro de la orquesta del Curtis Institute Of Music, compuesta por todos los alumnos del centro, Clara figuraba como primera violín. En su quinta temporada de conciertos en 1928-1929, la orquesta de estudiantes, dirigida por el célebre director de origen polaco Artur Rodzinski interpretó el 3 de marzo de 1929 el "Preludio" de la ópera Die Meistersinger von Nürnberg de Richard Wagner, la Sinfonía en re menor de César Franck, el Concierto para Violonchelo en re menor de Édouard Lalo y La Gran Pascua Rusa de Nikolai Rimsky-Korsakov. Este mismo programa lo interpretaron en el Carnegie Hall de Nueva York el 8 de marzo...

Cartel anunciando la primera demostración del theremin en los Estados Unidos en 1928
Cartel de la primera demostración del theremin en
Estados Unidos por parte de su inventor en 1928.
No obstante, aquella tarde de finales de 1928 en el Hotel Plaza, cuando la joven Clara elevó sus brazos por vez primera delante de las antenas del theremin, la sensación fue diferente a todo lo que había experimentado con anterioridad. Cada mínimo gesto de sus brazos y dedos bien calibrados de violinista, así como una madurada sofisticación musical, le hacían adoptar una pose tan natural como caminar o respirar, mientras puntuaba el aire con su música. Aquella demostración impactó a todos los asistentes, dado que desde un principio Clara fue capaz de extraer del instrumento notas con gran precisión, algo que casi nadie podía hacer la primera vez que se ponía delante del theremin, y menos de un modo instintivo. 

Lev Termen, impactado por la improvisada demostración de Clara Reisenberg, enseguida vio en ella la gran oportunidad de elevar al theremin a su máximo potencial musical, al mismo nivel que el de cualquier otro instrumento tradicional. La habilidad técnica de Clara era sensacional, pero lo que realmente le daba ventaja y la distinguía de otros thereministas a los que el propio Termen venía instruyendo desde su llegada a Norteamérica a finales de 1927, era su absoluta precisión para conseguir los tonos, una cualidad fundamental para alguien que interpreta un instrumento que no le da una referencia visual sobre dónde se encuentran las notas.

Clara se sentía muy halagada por los cumplidos del inventor, pero era una "violinista ocupada", con compromisos de conciertos que cumplir con su hermana Nadia y con la orquesta del Instituto Curtis. No obstante, y de un modo totalmente inesperado, la carrera como violinista de Clara se vio bruscamente truncada. Su tutor, Leopold Auer, la había elegido de entre todos sus alumnos para que interpretara el violín solista en el Concierto para Violín en re mayor Op. 61 de Ludwig van Beethoven para el recital de graduación del Curtis Institute Of Music.

Su designación para tan importante tarea se produjo muy poco tiempo después del fallecimiento de su madre, Rachel Grad, hecho que provocó que decayera su estado anímico y perdiera la concentración durante los ensayos con la orquesta. No obstante, perseveró y trabajó muy duro con intensas horas de ensayos, para estar a la altura de la responsabilidad que se le había encomendado. Tal esfuerzo le pasó factura y comenzaron a aparecer unos terribles dolores en su brazo derecho, con el que dirigía el arco del violín. Ese dolor desembocó en una persistente debilidad que comenzó a minar su energía y a mermar su técnica.

Clara, como buena profesional, le comunicó a Leopold Auer que debía renunciar a ejercer el papel solista en el concierto. El monumental enfado de su tutor, que no podía comprender que su pupila le fallara en un momento semejante, puso fin a su relación personal y profesional con su maestro, a pesar de que las razones de Clara estaban plenamente justificadas y eran totalmente ajenas a su voluntad. 

Clara Reisenberg comenzó entonces a consultar con diversos médicos especialistas que tras diversas consultas dieron con la raíz del problema: la malnutrición que Clara había padecido cuando era niña a causa de la escasez de alimentos durante la Revolución y la Guerra Civil, le había provocado una severa debilidad ósea. Le inmovilizaron el brazo durante seis meses, cosa que le produjo terribles llagas en la piel, aunque Clara estaba dispuesta a hacer lo que fuera necesario por devolver a su brazo su fuerza y destreza anterior, no obstante a esas alturas había poco que se pudiera hacer para rehabilitar unos huesos mal formados durante la etapa de crecimiento.

Termen, sabedor de los problemas físicos de Clara, se presentó en su apartamento de la calle 69 con un regalo, un RCA Theremin, un modelo avalado por el inventor, que estaba fabricando en serie la famosa firma estadounidense Radio Corporation Of America (RCA) y del que se construyeron 500 unidades a un precio de 175 dólares (230 dólares con tubos de vacío y altavoz). Clara lo guardó y como hobby lo tocaba de vez en cuando. El violín era todavía capital en su vida.

Aunque el estado de su brazo fue mejorando progresivamente, los reiterados e infructuosos intentos de retomar el violín así como la opinión de los médicos le confirmaron que no podría volver a tocarlo con el mismo nivel de exigencia requerido para un músico y concertista profesional. Para Clara Reisenberg supuso una gran tragedia tener que abandonar la práctica del instrumento para el que se había estado preparando desde los cuatro años de edad. Entretanto había continuado probando el instrumento de control espacial, por aquel entonces también llamado eterófono.

Clara Reisenberg celebrando su decimoctavo aniversario con Leon Theremin
El galante gesto de Termen en el 18 cumpleaños de Clara Reisenberg.
Según pasaba el tiempo, Termen experimentaba un interés por Clara que iba más allá de la mera amistad. Siempre que había fiestas y celebraciones de la comunidad rusa de Nueva York, Clara estaba invitada. Un ejemplo de su atracción por ella lo encontramos el 3 de marzo de 1929, el día de su decimoctavo aniversario. Termen preparó para Clara una original sorpresa: un pastel de cumpleaños situado sobre una superficie mecánica y rodeado por un campo electromagnético. Cuando ella se acercaba, el pastel rotaba y la única vela eléctrica que había en el centro se iluminaba. Aunque el inventor era por aquel entonces un hombre casado, lo que había nacido como una amistad y una pasión común por la música, se estaba transformando en amor a ojos de Termen y en fuerte amistad y cariño para Clara.

A menudo, tres o cuatro noches a la semana, iban juntos a los clubs nocturnos neoyorquinos, él con su smoking y ella con vestidos negros de fiesta, siguiendo a las bandas de los más importantes hoteles. Termen era un consumado bailarín, y en muchas ocasiones ambos eran confundidos por profesionales, con los focos centrados en ellos mientras las otras parejas les rodeaban y aplaudían. Según afirmó la propia Clara: "Él era guapo, ágil... bailamos y bailamos tanto que se enamoró profundamente de mí".

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